El cine de animación viene cosechando éxitos en las últimas décadas más allá de Disney. La nueva tecnología aplicada a la producción ha creado proyectos muy apetecibles desde la célebre Toy Story, pionera del cine de animación tal y como es conocido hoy día. Pero el éxito de Dreamworks o de Pixar también es evidente. Títulos aplaudidos fueron Up o Inside Out, entre otros muchos.
La industria estadounidense resulta tan acaparadora que no todo el mundo conoce los hitos del cine español en este sector. Sin embargo, producciones como El bosque animado en 2001 han cosechado aplausos en todo el mundo. Ésta, en concreto, fue el primer gran éxito de público con 600.000 espectadores en España y 400.000 en el extranjero.
Otros títulos exitosos fueron El Cid o Planet 51, sin dejar de mencionar a Pocoyó. La serie infantil se convirtió en un fenómeno a nivel internacional, lo que le valió incluso un premio BAFTA. Por su parte, Las aventuras de Tadeo Jones logró ser en 2012 la película de animación más taquillera en España, pasando incluso por reputadas propuestas como la de Pixar.
Además de otras muchas, añadimos a la lista Las aventuras de Chico y Rita de Fernando Trueba, que además de ser premiada en diversos eventos internacionales, fue nominada a los Óscar en la categoría Mejor película de animación.
La industria espera a nuevos profesionales
Lamentablemente, a pesar de la demostrada creatividad y el potencial del cine de animación español, el sector no siempre ha encontrado en España su mejor escenario. Ejemplo destacado de ello es Gru, mi villano favorito, del conocido creador español Sergio Pablos. Tuvo que vender la idea a Universal Pictures, siendo consciente de que no iba a ser posible desarrollarla en España, y renunció incluso a dirigirla por no dejar Madrid.
Pese a ello, fue el propio Pablos quien contó en EFE en 2015 que cree que en nuestro país se empiezan a dar buenas condiciones para desarrollar toda esa creatividad. También han vuelto profesionales que estudiaron en el extranjero.
Precisamente en lo que a formación se refiere también ha habido significativos avances para un sector lleno de profesionales que antes eran autodidactas. Estudiar animación es una posibilidad para quienes estén llamados por esta rama, e incluso conocidos trabajadores de la industria reconocen que en España hay trabajo y que, aunque no hay aún mucha gente experimentada, sí hay mucho alumnado recién salido de las escuelas que se pueden seguir formando, y que han mejorado el nivel. Así lo aseguraba a EFE el productor de Lightbox Nicolás Matjí.
La oferta académica en ESNE, entre otras, da buena cuenta de ello. Incluye el Título Oficial en Animación, y el Ciclo Formativo de Grado Superior en Animaciones 3D, Juegos y Entornos Interactivos.
Pioneros españoles y retos
No ha sido sino el empuje de esos profesionales españoles que han sentado cátedra alrededor del mundo los que ha conseguido que, hoy día, se pueda hablar de que la industria del cine de animación en España tiene futuro. De hecho, medios de comunicación como El Confidencial afeaban a los responsables políticos que no promovieran desgravaciones fiscales, lo que atraería a más producciones.
Tanto el mencionado Sergio Pablos como Raúl García han trabajado como creadores para la factoría Disney. Sus nombres están detrás de títulos como Hércules, Tarzán o, en el caso del segundo, El lince perdido o Extraordinary Tales.
Hace falta también, como señalaba El Confidencial, que las televisiones apuesten también por este tipo de producciones y las financien, como sucede en Francia, Alemania o Italia. Los 20 millones de euros que constaban invertía la primera en 2015, por ejemplo, contrastan con los 2,5 millones invertidos en nuestro país, señalaba el diario en su versión digital. Sonado fue, por otra parte, el caso de Pocoyó, que fue rechazada por Televisión Española en varias ocasiones, y se produjo cuando una cadena británica apostó por la serie.